No sabemos si los dominicos cubrieron las ventanas de nuestra iglesia con vidrieras. Pero sí podemos explicar el programa iconográfico actual, pues los cristales fueron puestos en octubre de 1992, durante las obras de restauración del templo. En general las vidrieras toman la simbología del arte paleocristiano.
Las ventanas, de medio punto, no son de gran tamaño debido al grosor de los muros. Sin embargo, esto no es obstáculo para que haya una gran luminosidad. La luz que atraviesa el cristal y llega a todos los rincones es símbolo de la gracia que Dios derrama bondadosamente sobre todos los hombres. También las vidrieras nos recuerdan a los santos, esos hombres y mujeres que fueron transparencia de Dios y embellecen a la Iglesia de Cristo a lo largo de los siglos.
En el ábside de la iglesia están las vidrieras con el crismón y el anagrama de María. El crismón es el monograma de Cristo, formado por las letras griegas ? (ji) y ? (ro), las dos primeras de «Christos». A menudo se representa dentro de un círculo y va acompañado de las primera y última letra del alfabeto griego: la ? y la ? (alfa y omega), símbolos del principio y el fin, es decir, de la eternidad de Dios. El crismón aparece en el arte paleocristiano, como símbolo de Cristo y emblema de victoria, tanto militar como espiritual –triunfo de la fe y triunfo sobre la muerte–.
El anagrama de María está constituido por las letras A y M que corresponden a las dos primeras letras de su nombre y también al “Ave María”, es decir, al saludo del ángel. Este anagrama es una forma de veneración a la Madre de Jesús, por su papel en la historia de la salvación.

Fuente: Archivo ONS Talavera
En las vidrieras del presbiterio están representadas dos virtudes teologales: la fe y la esperanza. La fe aparece representada por una antigua lámpara de aceite. En la tradición cristiana la fe ha sido considerada la lámpara que ilumina nuestro camino aquí en la tierra, porque la fe se alimenta de la Palabra de Dios y, como dice el salmo 118, “lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi sendero”. Además nos recuerda la vigilancia con la que tenemos que vivir, para esperar la llegada del Esposo con las lámparas encendidas.
El ancla es el símbolo de la virtud teologal de la esperanza, según la Carta a los Hebreos, ya que “es para nosotros como ancla del alma, segura y firme” (6,19). La imagen del ancla nos recuerda la estabilidad y la seguridad que tenemos si nos encontramos con Jesucristo, aún en medio de las aguas agitadas de la vida. El ancla también es uno de los símbolos de los primeros cristianos que aparecen en las catacumbas de Roma.

Fuente: Archivo ONS Talavera
En el transepto y en la nave central aparecen las vidrieras de tema cristológico. En el brazo del sur están los panes y las espigas, mientras que al norte están el cáliz y las uvas. Representan el Cuerpo y la Sangre de Cristo y, por tanto, la Eucaristía.

Fuente: Archivo ONS Talavera
También en el transepto está la vidriera con la cruz vacía con el sudario que cubrió el cuerpo de Jesús. Representa la resurrección de Jesucristo y su victoria sobre la muerte, pues el sudario que cuelga nos recuerda la tumba vacía. La cruz está sobre un monte, el Calvario, y este está rodeado de agua. A la derecha aparece un ciervo. Desde los primeros siglos de nuestra fe era figura del cristiano, especialmente del catecúmeno que se preparaba a recibir las aguas del bautismo, fuente sagrada donde habrían de ser borradas todas sus manchas. Es una imagen tomada del salmo 41: “Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo”.

Fuente: Archivo ONS Talavera
El Cordero Pascual también es símbolo de Jesucristo, el verdadero cordero que quita el pecado del mundo, el Cordero Pascual de nuestra redención, que se inmola como sacrificio perfecto. De él afirmó san Juan Bautista: “Este es el Cordero de Dios” (Juan 1, 29) y al se referían las profecías del Antiguo Testamento sobre la Pasión: “Como cordero llevado al matadero” (Isaías 53, 7). También el Apocalipsis (5, 6) toma la figura de un cordero: “Y vi en medio del trono y de los cuatro vivientes, y en medio de los ancianos, a un Cordero de pie, como degollado”.
El delfín es otro de los símbolos de Cristo. Los delfines eran conocidos en la Antigüedad como el «amigo del marinero» porque conducían a los marineros a las orillas más seguras. Para los cristianos Jesucristo es el salvador que conduce las almas a las «costas más seguras» del cielo.

Fuente: Archivo ONS Talavera
El pelícano es un símbolo especialmente eucarístico. Así como el pelícano se abría el pecho para dar de comer a sus crías, Cristo se deja traspasar por la lanza en la cruz para alimentar a las almas con su Sangre.
El ave fénix es una alusión a la resurrección de Jesucristo. El ave fénix era un ave, que, según la mitología, cuando llegaba al final de su vida, tras recubrir sus plumas y su nido con especias, se consumía por las llamas de un fuego. Al cabo de tres días, una nueva ave fénix resurgía de las cenizas. Existe una gran analogía con Jesucristo, que también murió y al tercer día resucitó de la muerte.

Fuente: Archivo ONS Talavera
En el coro, a los pies de la iglesia, está la vidriera de la barca. Es un símbolo de la Iglesia que, a través de los siglos, debe pasar a través de numerosas tempestades y dificultades, antes de conducir a todas las almas a puerto seguro en el cielo. Este simbolismo proviene de los relatos evangélicos donde Jesús enseña desde una barca, llama a los apóstoles a pescar hombres y calma la tempestad, demostrando que la Iglesia, con Cristo en su interior, puede superar cualquier tormenta Nos recuerda además que el primer papa, san Pedro, antes de ser llamado tenía el oficio de pescador.

Fuente: Archivo ONS Talavera
Por último, en la vidriera más grande, el escudo de la Compañía de María.

Fuente: Archivo ONS Talavera