Mes de Mayo

¡Oh la más bella de las criaturas y Madre del Creador! A Ti venimos atraídas por el olor de tus virtudes. Medianera de la salvación del universo, gloria de la humanidad, esperanza de los abatidos, modelo de los perfectos. Todo en Ti lo hallamos, Virgen María.

Y en Ti quiso el Eterno dar socorro a toda necesidad y consuelo a toda miseria.

No podemos buscar una virtud que en Ti no resplandezca, ni una gracia que no hayas alcanzado, ni aun volver los ojos al mismo Dios, sin verte a El unida y sin recordar la gloria de tu dignidad y el valimiento de tu protección. ¿Cómo no amarte sin cesar? ¿Cómo no invocarte a menudo? Si entre las espinas que crecen en nuestro árido corazón ha brotado alguna rosa, a Ti la consagramos que sembraste en él su semilla.

Bendice, Señora, estos obsequios y multipliquen y den frutos de vida eterna estas flores con que se forma la corona inmarcesible de la gloria.

Alienta y conserva los buenos deseos que hemos formado, planta en nosotras las virtudes que nos faltan y haz que renaciendo a la verdadera vida, como la naturaleza en la primavera, cada día de este mes consagrado a Ti veamos arrancada una espina de nuestro corazón y nacida una de las flores que encerradas en el tuyo formaron las delicias de Dios. 

PETICIONES

1. María, Madre nuestra, en todos los instantes de nuestra vida, mantennos firmes en la fe. Dios te salve, María…

2. María, Tú que por tu humildad atrajiste al Verbo a tu purísimo seno, danos un profundo conocimiento de lo poco que somos, para que el orgullo y la suficiencia no aniden en nuestro corazón. Dios te salve, María…

3. María, Virgen de las vírgenes, danos a sentir y a comprender el valor de la virginidad consagrada a Dios. Dios te salve, María…

4. María, tu vida fue toda un recibir a Cristo. Enséñanos a recibirlo en la Eucaristía, porque lo hacemos con tan poca cortesía, con tan poca delicadeza, con tan poco amor… Y…¡es Jesús! ¡Tu Hijo! ¡Dios! ¡Madre, aumenta nuestra fe! Dios te salve, María…

5. María, Tú que eres nuestra Madre y nos conoces a cada una en particular, con nuestras cosas buenas y malas; enséñanos a vencer nuestro egoísmo, nuestra comodidad, nuestras pequeñas envidias y ambiciones. Pon, en cambio, en nuestro corazón deseos de entrega y ansias de santidad. Dios te salve, María…