Desde su llegada en noviembre de 1899 las religiosas de la Orden de Nuestra Señora habían estado preparando todo lo necesario para iniciar su labor docente. El día 19 de enero de 1900 se celebró la apertura del colegio.
Así cuentan las crónicas cómo fue ese primer día: “El día 19 de enero de 1900 fue el destinado para la apertura de las clases. En este día se hizo por la mañana una solemnísima función, cantando la misa la orquesta de Talavera (que es muy buena) y haciendo un elocuente sermón uno de los señores párrocos de esta ciudad, don Venancio Cortés. Por la tarde, después de una cortita función, en la que se expuso su Divina Majestad y se cantaron algunos motetes, bendición, etc., las niñas matriculadas en número de cuatrocientas externas y siete internas, avisadas para el efecto, entraron en las clases, donde estuvimos con ellas todas las religiosas; se rezó el santo rosario y se hizo un acto de consagración a la Santísima. Virgen. Este primer medio curso de enero a junio y en el siguiente curso entero, llegó el internado a tener de veinticinco a treinta niñas y en la mediapensión de quince a veinte”.
Entre las siete internas que ingresaron el primer día se encontraban las dos sobrinas de la priora, la M. Carmen Saavedra, hijas de su hermano Federico, que eran colegialas de Tudela y se vinieron con su tía al colegio de Talavera. De las que ingresaron desde la ciudad conocemos el nombre de la primera alumna: Carmen Izquierdo Bonilla.
En los años siguientes el número de alumnas fue aumentando, manteniéndose en torno a las seiscientas en total, con unas sesenta internas. Estas cifras nos dan a entender las necesidades de la ciudad y de la comarca con respecto a la educación, ya que entre el alumnado del centro siempre ha existido un número de colegialas procedentes de los pueblos de alrededor e incluso de Madrid.
Gracias a la interesantísima colección de postales del colegio, única en Talavera en esos años, y a otras fuentes, como las cartas anuas y los anuncios en los periódicos, podemos conocer la organización del colegio de estos años y el plan de estudios de las alumnas pensionistas.
El colegio estaba organizado de esta manera:
– Clases gratuitas, a las que asistían niñas sin coste alguno. Recibían clases de cultura general y de preparación al instituto, aunque eran pocas las que podían continuar estudiando.
– Colegio externo, al que pertenecían las externas que pagaban una pensión y las mediopensionistas, que permanecían en el colegio durante el día, volviendo a sus casas por la noche.
– Colegio interno, al que pertenecían las alumnas internas que pagaban una pensión. En 1909 era de 55 pesetas mensuales.
Las alumnas externas e internas no compartían ninguna dependencia, ya que las internas vivían en la clausura, aunque en dependencias separadas del monasterio. El plan de estudios era el mismo para las internas que para las externas, con tres grados de seis cursos. La enseñanza estaba organizada como se detalla a continuación.
– Curso preparatorio y primer curso: Se enseñaba a leer, escribir, catecismo y elementos de Historia Sagrada, Gramática y Aritmética.
– Segundo curso: lectura, caligrafía, catecismo, Historia Sagrada, Geografía, Gramática, la Analogía y Aritmética y las operaciones fundamentales con decimales y números complejos.
– Curso tercero: Historia de España, Geografía, economía doméstica, Gramática, la prosodia y ortografía y a escribir toda clase de cartas, Aritmética y el sistema métrico.
– Cuarto curso: Historia Universal, Gramática, la sintaxis, Aritmética, quebrados y reglas de tres e interés, Higiene y Geometría plana.
– Quinto curso: Historia Universal y Eclesiástica, Gramática, el análisis lógico, la Aritmética, las reglas de compañía y fondos públicos, las progresiones y Geometría del espacio.
– Curso superior: ampliación de la Geometría y Geografía, con problemas geográficos, Literatura española (composiciones), Pedagogía, lo referente a la educación de la mujer, perfeccionamiento de las facultades intelectuales y formación del corazón y Aritmética por partida doble.
Las alumnas pensionistas asistían a las llamadas “clases de adorno”, donde completaban su formación con dibujo, pintura, canto, música y trabajos manuales.
Asimismo, se ofrecían clases de francés, inglés, alemán, piano y de diversos instrumentos de cuerda, como el violín, el laúd, la mandolina y la bandurria. Las alumnas podían seguir la carrera de piano y, además, formaron una rondalla con más de treinta miembros. También se les enseñaban toda clase de labores de costura y corte y confección.
Como se puede observar, se trata de un programa muy completo, a la altura de los planes más ambiciosos de educación integral de la mujer en los inicios del siglo XX.