Las primeras compañeras de Juana de Lestonnac

Cuando Juana de Lestonnac regresó a Burdeos en 1605, una terrible epidemia asolaba la ciudad desde el año anterior. La peste había diezmado la población de tal manera que el Parlamento de Burdeos el 16 de diciembre de 1604 creó un “consejo de la salud”, como recoge el Archivo Municipal de Burdeos. Este consejo era responsable de supervisar el estado sanitario de la ciudad, garantizar la policía, supervisar los gastos sanitarios y mantener actualizadas las listas de fallecidos. Era un instrumento muy necesario, pues las calles estrechas del casco de la ciudad facilitaban el contagio de la enfermedad.

Las calles estrechas del casco antiguo de Burdeos favorecían el contagio de la peste.
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Entonces, movida por su sed de entrega, la señora de Lestonnac se prodigó sin límites a remediar los terribles males causados por la peste. En esos días difíciles supo ganarse la admiración de un grupo de jóvenes bordelesas quienes se reunieron en torno a ella para llevar a adelante el socorro que la sociedad necesitaba. En el plan dela providencia estaban ellas destinadas a ser las primeras piedras de la orden religiosa al que daría origen la baronesa de Landirás.

El mariscal Alfonso de Ornano (1548-1610) durante la peste de Burdeos en 1604, en un grabado de 1860.
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Juana de Lestonnac viéndose, pues, rodeada de aquel grupo de jóvenes cuya abnegación había podido ella medir, creyó que había llegado su hora. Con gran entusiasmo les expuso sus planes y, segura ya de su fidelidad y entrega, se decidió presentar el primer proyecto al cardenal de Burdeos.
Las nueve primeras compañeras que reunió la baronesa fueron Serena Coqueau, Magdalena de Landrevie, Isabel de Maisonneuve, María de Roux, Ana de Richelet, Francisca de Boulaire, Blanca Hervé, Enriqueta de Casaubon y Ramona de Capdeville, que posteriormente fue reemplazada por Margarita de Poyferré.

Vamos a dar un apunte de algunas de estas primeras piedras fundamentales de la Compañía de María.

Firmas de las primeras compañeras de Juana de Lestonnac.
Fuente: Archivo ONS Talavera

Serena Coqueau, nació en Burdeos el año 1588. Desde sus 17 años estaba comprometida con la baronesa en la fundación. Hija del conserje del Parlamento, gracias al libre acceso que al parecer tenían sus padres en la casa de la familia Lestonnac, la joven Serena fue una de las predilectas de la fundadora. Es ella la única que acompañó a la baronesa en esos meses en los que se trasladó al priorato del Espíritu Santo, por lo que el nombre de la madre Serena Coqueau figurará siempre, después del de la madre De Lestonnac, en todos los documentos de la época. Su dote fue también espléndida: 1.500 libras tornesas y 100 libras de pensión anual. Sus padres agradecidos, sin duda alguna, a la estima de la que era objeto su hija por parte de la baronesa, se mostraron generosos, tanto cuanto se lo permitieron sus medios de fortuna. A la M. Serena Coqueau se debe la fundación de la segunda casa de la Orden de Nuestra Señora, en Béziers.
Magdalena de Landrevie, dócil a las inspiraciones del Espíritu Santo, hizo voto, siendo niña, de perpetua virginidad. Tenía una memoria feliz, pues repetía correctamente los sermones oídos una sola vez. Dotada también de juicio recto y de rara prudencia, juntaba a estas virtudes naturales, una entera confianza en Dios.
Isabel de Maisonneuve, honor de Burdeos, era hija de un célebre abogado del Parlamento. De un natural dulce y simpático y de carácter risueño y grave a la vez, se hacía amar y respetar de todos. La devoción muy especial que profesaba a la
Santísima Virgen, la inclinó desde luego a alistarse debajo la bandera de la Compañía de María.
Margarita de Poyferré se distinguía por sus virtudes y elevado nacimiento. Tenía la misma edad de Serena Coquean. La conformidad de sentimientos con Juana de Lestonnac hizo que la fundadora la escogiera para confidente e ayudante. Su entrada en religión no debió ser del agrado de sus familiares, pues a diferencia del resto de sus compañeras, no consta su contrato de entrada pero, en cambio, es de la única de la que la Historia de la Orden nos ha trasmitido las circunstancias de su original ingreso: la acompañaban muchas de sus amigas y todas iban cantando el salmo 114 (“Cuando Israel salió de Egipto”) mientras se encaminaban al convento. Cuando Margarita cuando cruzó el dintel, se echó en brazos de santa Juana.

Plaza del Parlamento de Burdeos.
Fuente: Wikipedia

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